sábado, 3 de enero de 2009

Madres Mínimas, Madres de Dios...

En la misma calle que lleva el nombre del convento al que acoge, "Mínimas", nace Cristo en una autentica "casilla manchega" donde los detalles son bien cuidados como la lámpara de aceite, la calabaza, el serijo donde poder aliviar el cansancio y como no un sartená de migas manchegas... Sentarse en frente de él es transportate a otro tiempo donde casillas y yuntas de mulas recorrían nuestras calles, y así sentir aun mas cercana la llegada del Niño Dios entre nosotros, Dios también llega a La Mancha...



...Y si en la Paz Ntro. Padre Jesús Nazareno nos aguardaba y esperaba, en las Mínimas pasa algo parecido, es inevitable y casi pecado irse sin pasar a la capillita de "Sor Consuelo" Madre Mínima donde las halla y de raiz y casta daimieleña.


"Gastarse por Cristo"

Este fue el ideal de Sor Consuelo, que le hizo vivir radicalmente el Evangelio, como ha reconocido Juan Pablo II declarándola Venerable por sus virtudes heroicas.
La vida de Sor Consuelo es hoy una llamada y un reclamo para la juventud generosa que siente el anhelo y la búsqueda de lo noble, lo arduo y lo heroico.Ella hizo donación de su vida a Cristo con una firme decisión:
“quiero ser santa y una santa joven”.
Ante la llamada de Dios, no dudó en responder generosamente entregándole su vida en el Monasterio de las Monjas Mínimas de Daimiel, que le atraía por su pobreza y austeridad.
Su vida fue un claro anuncio y testimonio evangélico:
“Quiero esforzarme por predicar a Jesús con mi conducta, para que al verme se sientan los demás llevados a acercarse a Él”
Caminó hacia Dios sin vacilación:
“mi ideal es marchar sin retroceder de lo bueno a lo mejor, de lo mejor a lo perfecto”
Y en sólo nueve años de vida religiosa culminó un camino de santidad heroica.

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