lunes, 23 de marzo de 2009

Magno Pregón de Ciudad Real. Impresionante...

No defraudó Juan Alberto Ramírez Avilés, pregonero de la Semana Santa de 2009, con un texto cargado de emotividad, vivencias y versos casi para todas las cofradías, salpicado además con alusiones a temas de actualidad invitando a la reflexión de los cristianos.
Ante un abarrotado Teatro Quijano, este sacerdote madrileño de raíces manchegas inició su pregón con un ruego a la Virgen del Prado: “A ti hoy te ruego, humildemente postrado, que por unas horas me hagas ciudadrealeño adoptado”. “Yo, que no soy de esta regia capital por bautismo de sus aguas, os diré que lo soy por defender con mi sangre, cofrades, vuestra causa y por desear ser de Ciudad Real con todo el ansiar de mi alma”, afirmó.
Con el permiso de la patrona, Ramírez Avilés se sintió legitimado para pedir que una nueva Semana Santa eche a andar. “Levantad ya la cruz de guía y a ponerse, portadores y costaleros, en la trabajadera cada uno a su lado, que ya tocan los pies de Dios la Basílica del Prado. ¡A ésta es, ciudad soberana, con nuestro Dios a la calle!”, exclamó y recibió los aplausos del público.
El pregonero siguió haciendo un llamamiento a las cofradías para desempeñar un papel de entrega a la sociedad. Para ello, utilizó el vocabulario más habitual de los cofrades. “Cofradía es hacer juntos iglesia; caminar unidos a los pobres, estación de penitencia (...); un palio es buscar trabajo al que vive sin techo; y una bambalina es mecer despacio al pequeño que dejaron tirado como si fuera un deshecho; un guardabrisas es proteger la llama del que vacila creyendo; y un llamador es despertar al que su fe la vive durmiendo, para que se implique aquí abajo con el que pasa sufriendo”.
Continuó regresando a la niñez, a su primer contacto con las cofradías ciudadrealeñas a través del Nazareno de San Pedro, y sus juegos infantiles. “¿Quién de niño no soñó en organizar su procesión por el pasillo de su casa? Y qué fácil nos era repartir, entre los amigos en la merienda, la junta directiva entera... Nuestros dibujos de la escuela, nuestros libros y programas en la cartera eran todo un tesoro de piedad cofradiera”. la gloriaA partir de ahí, Ramírez Avilés comenzó el relato de la Semana Santa recordando que “Dios sigue viniendo a Ciudad Real cada año, viene a lomos de un borrico que le presta San Ignacio”, y dedicó un largo poema al Prendimiento, “la más moza hermandad”, de la que destacó “la fe de todo un barrio, que espera tener Salud para llamarla Madre y contarle sus cuidados”. Aquí el pregonero volvió al Domingo de Pasión en que conoció al Nazareno en el inicio de los días de gozo cofrade y exclamó que “¡Ciudad Real, si esto no es la Gloria... dime qué más se precisa!”.
El traslado de la Coronación al Domingo de Ramos también se reflejó en su pregón, destacando que desde este año la Virgen del Perdón será la primera dolorosa de la Semana Santa. “Serás tú, niña del Perdón, de mi semana la primera, la que abra la emoción de un varal cuando cimbrea”.
Tras pasar por el “barrio de gente humilde” del Pilar (“no dejes marchar al Cautivo sin su única Esperanza”), Ramírez Avilés mencionó casi de pasada los recientes acontecimientos vividos en el seno de la Hermandad de las Penas: “Soñábamos con un nuevo rostro de Cristo para un mundo de Evangelio y sin Penas, pero, como Cristo dijo a la andariega abulense, yo quise, Teresa, mas los hombres no quisieron”.
Unos versos dedicados a la Virgen del Mayor Dolor (“Mujeres que pasáis rondando por mi cancela, ved si hay mayor dolor semejante al de mi pena”) dieron paso a una larga mención a la Hermandad de la Flagelación con unos sentidos versos que recibieron el reconocimiento del público en forma de aplauso, y que finalizaron así: “Por eso dime, Consuelo, compañera de mi historia, si esto eres en mi suelo, ¿qué más serás en mi Gloria?”.la pasiónEl pregonero llegó así al triduo pascual e inició un relato cronológico de la pasión de Cristo a través de las cofradías que realizan su salida procesional los últimos días de la Semana Santa. Comenzó con el Ecce Homo, de cuyo paso destacó su “brioso balanceo”, con el “ferroviario Encuentro” y con Jesús Caído, para referirse después a los cuatro crucificados de Ciudad Real, estableciendo así un paralelismo con las cuatro cruces de las órdenes militares: “El Perdón y las Aguas, Calatrava de rogativas y devoción; Buena Muerte, Montesa de Silencio y oración; Caridad, manantial de viva agua, con la Cruz de Santiago por escudo, lanza y espada; y Piedad, Alcántara que de la noche en primavera es el prior”.
Aquí Ramírez Avilés volvió a la actualidad para referirse a la desaparición de los elementos religiosos de los lugares públicos. “Y al levantar una cruz se me estremece mi pueblo, esa cruz que hoy tanto incomoda a esos intolerantes de lo bueno, a esos que toleran todo y les molesta un madero, que es enseña de vida, de perdón y de respeto. Suprimir la cruz es atentar contra la libertad. (...) Podrán quitarnos las cruces por enseña, pero nunca, nunca nos quitarán, católica Ciudad Real, nuestra piedad costalera”.
Tampoco olvidó el pregonero a las distintas dolorosas de la Semana Santa (“A ti te veo, madre, en los rostros que la piedad puso a nuestras Vírgenes que lloran en la ciudad”), y confesó su admiración por el misterio del Descendimiento. Afirmó que “Ciudad Real es un sudario de Viernes a la puesta del sol”.
Concluyó el pregón con una declaración de amor a todas las advocaciones de la ciudad, finalizando con una alusión a la Dolorosa de Santiago: “Ésta es la gloria, madre, que desde niño yo quiero: la de vivir para siempre, Dolores, en tu cielo, cielo azul perchelero”.
Completó el acto la Banda Municipal de Música de Daimiel, que interpretó varias marchas sevillanas como “Caridad del Guadalquivir”, “Soledad franciscana”, “Callejuela de la O”, “Amarguras” y “Soleá, dame la mano”.

Crónica periodico "El día de Ciudad Real"

Una mezcla de pregón entre Carlos Herrera y uno de los famosos pregones de Pascual Gonzalez...este hombre se tiene que ver en Daimiel, y dejar bien claro lo que es el "arte de pregonar" la Semana de Pasión...

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